Campos de amor 100 años de cine LGBT — letraese letra ese

Director fundador | CARLOS PAYAN Director general | CARMEN LIRA SAADE • Director Alejandro Brito Lemus

SALUD SEXUALIDAD SOCIEDAD

ARCHIVO HISTÓRICO

Número

Usted está aquí: Inicio / 2019 / 10 / 02 / Campos de amor 100 años de cine LGBT
× Portada Guardada!

Campos de amor 100 años de cine LGBT


A lo largo de este verano, y como acompañamiento a la celebración mundial del 50 aniversario de las protestas lésbico-gay de Stonewall en contra de las redadas policiacas en Estados Unidos, la alcaldía de París tomó la iniciativa, en colaboración con la Cinemateca Francesa, de organizar una exposición sobre la diversidad sexual en el cine mundial, tomando en cuenta que este año se celebra también el estreno del primer largometraje con temática abiertamente homosexual filmado en Alemania en 1919, Diferente de los demás (Anders als die Andern) del realizador austriaco Richard Oswald.

A partir de esa fecha clave y de ese filme emblemático, la muestra de fotografía y video titulada Campos de amor (Champs d’amour) realiza un recorrido por cien años de una cinematografía a menudo marcada por la censura y los embates moralistas, pero que de maneras muy sugerentes ha acompañado la evolución de las costumbres morales, la apertura hacia un clima mayor de tolerancia y a la lucha por los derechos civiles de las minorías sexuales.

Los referentes indispensables
Un aspecto que la exposición evoca es la importancia que ha tenido la investigación histórica y la divulgación de estudios que recuperan la memoria de este cine, entre los cuales cabe destacar un libro clave, The Celluloid Closet (El closet de celuloide), del estadounidense Vito Russo, escrito en 1981, y que al proponer una visión de conjunto del cine gay desde sus orígenes hasta fines de la década de los 70, ha servido de referente para múltiples obras afines. Anteriormente otro escritor y crítico de cine, Tyler Parker había abordado de manera original y provocadora la cuestión gay en el cine en su  Screening the Sexes: Homosexuality in the movies (1972), pero centrándose en aspectos muy puntuales de la mitología de las estrellas de cine y el peso de lo simbólico en la interpretación del homoerotismo.

Vito Russo propuso finalmente un panorama tan abierto y diverso del tema que su libro inspiró un estupendo documental homónimo dirigido por Rob Epstein y  Jeffrey Friedman en 1995. La exposición parisina adopta el punto de partida del libro de Russo: señalar cómo después de que los primeros años del cine mudo representaran al homosexual a través de la comedia burlesca (mediante el travestismo y la mofa), con caracterizaciones de Charles Chaplin y Buster Keaton, o Stan Laurel y Oliver Hardy (El Gordo y el Flaco), hasta el rollizo Fatty Arbuckle o el francés Max Linder, considerando que el afeminamiento de los hombres y el aspecto viril de las mujeres eran valores seguros para una comedia exitosa.

La fórmula tuvo tanta fortuna que se explotó hasta la saciedad en cintas como La jaula de las locas (Edouard Molinaro, 1978), Víctor Victoria (Blake Edwards, 1982) o Las aventuras de Priscilla, reina del desierto (Stephan Elliot, 1994).

Las vanguardias clandestinas
Cabe señalar que como un contrapunto a esta fuerte tendencia a representar al homosexual y a la lesbiana a través de un tratamiento cómico, el cine europeo de autor favoreció un drama de corte literario que desde los años 20 mostraba a los parias sexuales como sujetos expuestos al chantaje, a la depresión personal y a la frustración amorosa. Al respecto, la exposición Campos de amor evoca no sólo la cinta pionera Diferente de los demás —suerte de alegato en defensa del llamado “tercer sexo”, con intervención a cuadro del célebre sexólogo Magnus Hirschfeld—, sino también dos títulos memorables: Mikael (1924), película dirigida por el danés Carl Theodor Dreyer (célebre por su clásico La pasión de Juana de Arco), quien adapta la novela homónima del alemán Herman Bang para examinar la pasión contrariada de un pintor maduro por su modelo masculino adolescente, y un clásico del cine lésbico, Muchachas en uniforme, filmada en 1931 por la austriaca Leontine Sagan, y que refiere la trágica suerte de una joven estudiante enamorada de su maestra. quien debe rechazar con estoicismo esa devoción sentimental.

Luego de ese preambulo, enfocado en los difíciles inicios de una representación de la diversidad sexual en el cine, sigue en la muestra un recorrido histórico que evoca los trabajos pioneros del novelista y dramaturgo francés, también cineasta amateur, Jean Genet, quien ofrece en Un canto de amor, de 1950, un cortometraje de audacia insólita en su descripción muy gráfica del deseo sexual reprimido en una cárcel parisina.  Por esa misma época, en Estados Unidos, el realizador experimental Kenneth Anger aclimata y dinamita la herencia de una vanguardia plástica europea en cortos abiertamente queers como Scorpio Rising y Fireworks que a finales de los años cuarenta escandalizan al medio artístico de su país. Habrá que esperar diez años más para que en Inglaterra el largometraje Víctima (Basil Dearden, 1961), se vuelva un parteaguas en la denuncia del chantaje a los homosexuales y la necesidad de modificar la legislación británica que hacía de la disidencia sexual un crimen. En 1971, otra cinta experimental, Pink Narcissus, celebra la sensualidad gay en un despliegue cromático casi fosforescente que alcanza niveles insólitos de barroquismo. Por largo tiempo, y debido a una censura férrea, la película se presenta como obra anónima. Muchos años después se atribuirá la autoría al fotógrafo James Bidgood. Para conocer el desarrollo del cine de temática gay, desde sus inicios hasta los años setenta, es preciso identificar y explorar un puñado de títulos emblemáticos, virtualmente clandestinos, que informan sobre el miedo constante de una minoría sexual tenazmente estigmatizada y perseguida. La exposición cumple muy bien ese primer propósito de análisis.

Los contrastes culturales
El afán didáctico de la Muestra no excluye, sin embargo, un aspecto lúdico en su recorrido por una cartografía del deseo sexual que se manifiesta en los bares, los jardines públicos y las calles de París, que hace de la ciudad una capital mundial de los encuentros fortuitos a cielo abierto. De modo paradójico, la represión en los bares, las redadas policiacas y la institucionalización del chantaje exacerba la intensidad del ligue callejero, una afrenta continua a la moral en turno. Luego de evocar el tímido erotismo de una camaradería viril muy idealizada en la película pionera Las amistades particulares (Jean Delannoy, 1964), la exposición muestra cómo la efervescencia de las revueltas estudiantiles de mayor 68 tuvieron en Francia una prolongación más radical y novedosa. Mientras en el Nueva York de 1969 la revuelta del bar Stonewall favorecía la salida del clóset de miles de homosexuales, en París la cultura del patriarcado y la persistencia de la homofobia se cuestionaban de una forma muy politizada y abierta que no excluía la denuncia de los prejuicios morales de una izquierda bien pensante. Uno de los aspectos más notables de la exposición Campos de amor ha sido mostrar, a través de múltiples vídeos y fotogramas de cintas representativas precisamente el contraste cultural en las respuestas homosexuales al sexismo represor no sólo entre Europa y Estados Unidos, sino también su novedosa manifestación en países de Asia y América Latina. Cabe esperar que una muestra de inspiración parecida ofrezca en un futuro no lejano el contexto social y cultural necesario para ilustrar la evolución azarosa del cine gay en los países de habla hispana.

Comments
comentarios de blog provistos por Disqus