Hablando sobre cannabis — letraese letra ese

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Hablando sobre cannabis


El cannabis es relativamente fácil de producir, requiere escaso procesamiento y figura entre las drogas menos riesgosas, al menos en términos relativos, de las que actualmente se consumen (sean legales o ilegales). Se trata, por mucho, de la droga ilegal de más amplio uso estimándose en alrededor del 80% de todo el consumo de drogas ilegales a nivel mundial. El cannabis se encuentra también al centro del debate sobre la reforma de la política de drogas.

El problema de la estrategia policial

La policía que debe hacer cumplir la prohibición del cannabis se enfrenta a un reto imposible de vencer. La aplicación de la interdicción, tanto del lado de la oferta como de la demanda, ha demostrado ser no sólo totalmente inútil sino activamente contraproducente. Se puede resaltar cómo el enfoque actual está: mermando enormes recursos de los presupuestos policiales ya agobiados, criminalizando y alienando a poblaciones clave (particularmente jóvenes) con quienes la policía debería estar buscando generar confianza y respeto; alimentando un floreciente tráfico criminal que se caracteriza cada vez más por el tipo de violencia más comúnmente asociada con los mercados de heroína y cocaína, y brindando una “puerta de ingreso” a otras drogas más riesgosas al poner a los consumidores en contacto directo con criminales que suministran estas sustancias.

El cannabis ha estado a la vanguardia de la experimentación bajo la forma de modelos de políticas que ahora brindan evidencias de casos emprendidos alrededor del mundo: desde las prohibiciones punitivas hasta los modelos de despenalización de la posesión, pasando por mercados regulados legales y cuasi-legales. En particular, los modelos de mercados regulados ofrecen invalorables lecciones.

Al igual que con el alcohol y el tabaco, estos experimentos han tenido éxitos y fracasos de los que podemos aprender. Al respecto, los puntos clave incluyen el hecho de que la regulación legal del cannabis es una realidad en ascenso y, con cada vez más estados en Estados Unidos. El cambio global es inevitable, es posible recurrir confiadamente a estas experiencias para demostrar la eficacia de algunas herramientas clave de la regulación que, a su vez, prueban que los temores alrededor de la regulación y el argumento de “saltar al vacío” están fuera de lugar.

La evidencia muestra claramente lo equivocado que está el temor de que los avances hacia enfoques menos punitivos o hacia mercados de cannabis legalmente regulados conllevarán inevitablemente a una explosión en el consumo. Un marco que priorice la salud pública sobre la ganancia, y coloque estrictos controles sobre el mercadeo del producto, puede prevenir el riesgo de la sobrecomercialización. Los clubes cannábicos españoles y la propuesta de fuerte control estatal en Uruguay son dos ejemplos de modelos no comerciales.

 

La potencia del cannabis (como el contenido alcohólico de las bebidas) puede ser regulada mediante un régimen legal, con información sobre potencia y riesgos en el empaque.


La potencia cada vez mayor del cannabis en ocasiones es planteada como una objeción a su legalización y regulación. Pero la potencia del cannabis (como el contenido alcohólico de las bebidas) puede ser regulada mediante un régimen legal, con información sobre potencia y riesgos en el empaque –como hace la legislación holandesa que limita a 15% el contenido de THC del cannabis vendido en los coffee shops–. La regulación legal de los mercados puede complementar una prevención efectiva.

Los niveles de apoyo hacia la descriminalización o legalización/regulación del cannabis se han incrementado sostenidamente en gran parte del mundo desarrollado. Esto es particularmente llamativo en Estados Unidos, donde el apoyo a la legalización llegó a constituir una mayoría en 2012 muy a pesar de un contexto de continua hostilidad política proveniente de ambos partidos. Éste es un precedente muy positivo para el movimiento reformista en su conjunto, pues resulta evidente que la exposición a un debate informado impulsa a la opinión pública a tomar distancia respecto a la prohibición y la invita a dirigirse hacia la reforma.

Evitando las trampas respecto al cannabis

Existen trampas en relación a cómo el debate sobre cannabis ha sido manejado históricamente. Por ello, es necesario tomar precauciones al momento de abordar el tema. A veces, por ejemplo, se sostiene que el cannabis debe legalizarse “porque es seguro”. Éste no es un argumento útil dado que es manifiestamente erróneo. Como todas las drogas, el cannabis tiene sus riesgos, e incluso si estos son relativamente bajos en comparación con otras drogas, una minoría pequeña pero no insignificante de consumidores de cannabis experimentan problemas reales con esta sustancia (existen problemas particulares con personas con antecedentes de salud mental, consumidores adolescentes y algunos usuarios crónicos). Al hablar de los riesgos del cannabis, se pueden emplear términos relativos en lugar de absolutos: “menos riesgoso”, “más seguro”, “relativamente seguro en comparación a X”, etc. Sostener que el cannabis es “seguro” en términos absolutos (especialmente sobre la base de que es “natural” o que es “sólo una planta”) puede sonar tan poco científico como algunas de las aseveraciones más descabelladas sobre la “locura desatada por los churros de marihuana” que defienden los partidarios de la prohibición. Aunque la mayoría del consumo de cannabis es ocasional, moderado y no asociado a problemas significativos, esta sustancia debe ser adecuadamente regulada precisamente debido a los riesgos potenciales que presenta –particularmente para proteger a los grupos más vulnerables–.

A menudo se presenta un argumento similar sobre la necesidad de regular el cannabis debido a que es menos riesgoso que drogas legales como el alcohol y el tabaco. Aunque la observación respecto al riesgo relativo es correcta, y puede resultar útil para resaltar la inconsistencia e hipocresía de la ley (dada la frecuencia con que se escucha el argumento de que “las drogas son ilegales porque son peligrosas”), esta afirmación puede resultar problemática. No sólo porque puede ser utilizada para defender la eventual prohibición del alcohol y el tabaco sino también porque socava la idea de que las drogas deben ser reguladas debido a los riesgos que presentan.

¿Regular únicamente el cannabis? ¿Qué hay de las otras drogas? Este punto plantea la cuestión de cuán distinto es el debate sobre legalización/regulación del cannabis respecto al debate más amplio sobre la regulación de otras drogas, incluyendo aquellas que son ciertamente más riesgosas. Dados los avances actuales a este respecto, a menudo habrá la necesidad de abordar el tema del cannabis de manera independiente; sin embargo, también puede resultar útil hacer reflexionar a la gente respecto a los alcances más amplios de la reforma –especialmente dado que actualmente existen más electores que apoyan sólo la legalización del cannabis pero no la de otras drogas–. Los propósitos de las políticas y la lógica que apuntala el argumento de la regulación –reducir los daños sociales y de salud– son esencialmente los mismos sin importar la droga a la cual se refieran y, de hecho, mientras más riesgosa sea una droga, más importante su adecuada regulación. Por ello, es relativamente fácil desafiar a aquellas audiencias que plantean la postura “sí al cannabis pero no a las otras drogas” de una manera que se les estimule a pensar en un panorama más amplio. Una manera simple de lograr esto es preguntar lo siguiente: ¿qué drogas sería preferible dejar en manos del crimen organizado en lugar de mantenerlas bajo el control de los gobiernos?

 

Una forma de analizarlo es una pregunta simple: ¿qué drogas sería preferible dejar en manos del crimen organizado en lugar de mantenerlas bajo el control de los gobiernos?


El debate alrededor de las políticas y leyes respecto al consumo recreacional del cannabis a menudo queda enredado en discusiones paralelas sobre su uso médico (y también, aunque en menor medida, con el uso comercial/industrial de la planta de cáñamo). Debido a que los argumentos respecto a los usos recreativos y médicos de la planta son muy diferentes, por lo general no resulta útil confundir ambos temas o combinarlos. Existe un fuerte argumento que sostiene que las discusiones sobre el consumo recreacional ha frenado la investigación para uso médico, pero en términos generales se debería tratar de mantenerlos separados –dejando el lado médico del debate a los expertos en el campo de la salud–.

Regulación del cannabis en la práctica

Holanda ha contado de facto con un sistema de suministro y consumo legal de cannabis desde 1976, en un marco ordenado de venta y consumo en puntos de venta autorizados. Aunque en términos generales el sistema ha funcionado de manera muy efectiva, no es ningún secreto que también ha debido lidiar con las limitaciones del marco legal internacional. Y es que en Holanda no existe ni la producción ni el suministro legal para abastecer los denominados coffee shops, de modo que el cannabis que ahí se vende aún es adquirido en el mercado ilícito y, por lo tanto, permanece ligado a la criminalidad. Debido a que esta medida fue adoptada en solitario, Holanda ha enfrentado algunos problemas con el “turismo de drogas” (que impulsó la conversión de los coffee shops en algunas regiones en clubes “sólo para miembros”).

Los cientos de “clubes cannábicos” en España, por otro lado aprovecharon la ventaja de contar con una legislación que despenalizó el consumo y permitió cultivar hasta dos plantas de cannabis para consumo personal. La posesión de plantas autorizada para cada miembro es puesta a disposición del club y sus miembros, donde los organizadores de la asociación las cultivan y sirven para aprovisionar al club –que a su vez lo venden a sus integrantes a aproximadamente la mitad del precio que se cobra en el mercado criminal–. Los clubes operan bajo la modalidad de venta sin fines de lucro. Al emplear las políticas de descriminalización para sortear la prohibición que pesa sobre la producción, los clubes españoles han demostrado cómo potencialmente se puede eliminar por completo la criminalidad asociada al mercado ilícito –aunque el reto sigue siendo mantener un modelo de producción y suministro autocontenido de dimensiones “aceptables” –. No obstante, el valor de los clubes que operan actualmente los hace enfrentarse al desafío de la incursión de empresarios que intentan extraer ganancias financieras de esta laguna jurídica.

*Fragmento editado del libro Terminando la guerra contra las drogas: cómo ganar el debate en América Latina

 

http://www.casede.org/index.php/biblioteca-casede-2-0/crimen-organizado/narcotrafico-y-drogas/246-terminando-la-guerra-contra-las-drogas-como-ganar-el-debate-en-america-latina/file

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