La prueba de VIH debe ser rutina — letraese letra ese

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La prueba de VIH debe ser rutina


Toda persona con vida sexual activa, cualesquiera sean las circunstancias en las que la practique, debería hacerse la prueba del VIH por lo menos una vez en su vida. Esa es la recomendación de las y los especialistas en la materia. La prueba es gratuita y con un solo pinchazo en un dedo, el resultado se obtiene en minutos. El propósito es que a toda aquella persona que resulte reactiva al test se le proporcione, lo más pronto posible, el tratamiento en los servicios de salud.

Probar y tratar (test and treat) es ahora la estrategia adoptada en el mundo para detener la epidemia del VIH, ya que el tratamiento es tan eficaz que tiene un doble impacto: controla la replicación del virus en el organismo y, por lo mismo, disminuye la posibilidad de transmitirlo a las parejas sexuales de la persona bajo tratamiento, o al feto durante el embarazo, según sea el caso. De ahí la importancia del diagnóstico oportuno de la infección.

La adopción de esa estrategia por parte de las autoridades de salud mexicanas condujo a dar el vuelco hacia la detección del VIH en la política pública. Ese vuelco se refleja, en primer lugar, en el aumento de la cantidad de pruebas rápidas de detección del VIH adquiridas. De acuerdo con Censida, la Secretaría de Salud compró más de 13 millones de esas pruebas en todo el periodo de 2013-2018, lo que representa más de dos millones 200 mil pruebas anuales. Esos números significan un aumento de 40% al final del sexenio.

Con esas compras millonarias de pruebas, lo que se buscó fue abatir el número de diagnósticos tardíos, es decir, de personas que llegan a los hospitales y centros de salud en etapas avanzadas de la infección (con conteos de células CD4+ menores a 200 células/ml), que al iniciar el sexenio alcanzaban a casi la mitad de personas diagnosticadas con el virus. A decir de la doctora Patricia Uribe, directora general de Censida, se logró disminuir los diagnósticos tardíos a la mitad, de tal manera que “a partir de 2014, la cantidad de casos diagnosticados con VIH es mayor que los casos diagnosticados ya en etapa de sida. Antes era al revés, eran más los casos de sida”, afirma en entrevista para Letra S. Y cita como ejemplo la última cifra que tiene a la mano, la del tercer trimestre de este año: de 13 mil nuevos casos diagnosticados, 8 mil son de VIH y el resto de sida. “Ya la relación de casos de VIH versus casos de sida se invirtió; cada vez los estamos diagnosticando más tempranamente”.

En parte, este avance se debe al desarrollo de la tecnología, que ha permitido reducir los tiempos del diagnóstico de meses a días. La prueba rápida del VIH permite conocer el resultado en minutos, y si resulta reactivo debe ser confirmado con otras pruebas. Además, un resultado reactivo debe acompañarse de tests clínicos (conteos de CD4 y carga viral), para conocer el estado de avance de la infección en el organismo antes de iniciar el tratamiento. De acuerdo con la doctora Uribe, ese proceso de confirmación antes podría llevar de 30 a 180 días. Pero hoy, con la incorporación de las nuevas tecnologías de detección y la actualización de los algoritmos de diagnóstico en la Guía de Detección, se han logrado reducir los tiempos a entre 2 y 5 días. Es decir, que una persona detectada como reactiva a la prueba rápida de VIH puede tener la confirmación de su diagnóstico en unos cuantos días e iniciar lo más pronto su tratamiento.

Así lo confirma el Dr. Juan Sierra, jefe de Infectología del Instituto Nacional de la Nutrición: “la cuenta promedio de CD4 al momento del diagnóstico está siendo mayor ahora, ese es un indicador de que se está diagnosticando en forma más temprana”. E incluso, refiere, “estamos diagnosticando mucho más casos de personas que tienen infección aguda”, es decir, a los pocos días o semanas del momento en que ocurrió la infección.

 

El diagnóstico oportuno es la herramienta más importante con la que se cuenta ahora para lograr detener la epidemia del VIH. Sin embargo, la oferta de pruebas
diagnósticas sigue siendo limitada, a pesar del exponencial aumento en las compras de dichas pruebas

 

Diagnosticar para tratar
El diagnóstico oportuno es la herramienta más importante con la que se cuenta ahora para lograr detener la epidemia del VIH. Sin embargo, la oferta de pruebas diagnósticas sigue siendo limitada, a pesar del exponencial aumento en las compras de dichas pruebas. En la mayoría de los estados del país, si una persona desea aplicarse la prueba del VIH no la tendrá tan fácil, ya que no podrá hacérsela en cualquier centro de salud pública, tendrá que acudir a una de las unidades especializadas en la atención del VIH, conocidas como CAPASITS, pero si en la ciudad donde habita no existe ninguna de estas unidades, tendrá que desplazarse a otra ciudad. Y si la persona es derechohabiente de alguna institución de seguridad social, tampoco podrá solicitarla a menos que el médico se la prescriba.

La situación se agrava en aquellas entidades del país donde aún usan tecnologías obsoletas para la confirmación de las pruebas reactivas al VIH, estados cuya normativa no les permite iniciar el tratamiento mientras el test llamado Western blot no les confirme el resultado positivo, lo que podría llevarse semanas enteras. “El Western blot fue una tecnología que tuvo en su momento una utilidad diagnóstica, pero en este momento ya no”, afirma el doctor René Leyva, investigador del Instituto Nacional de Salud Pública, en entrevista para Letra S.

Para muchas personas aún resulta todo un viacrucis el procedimiento de diagnóstico del VIH. Por ejemplo, a las personas que acuden a las jurisdicciones sanitarias en Veracruz a hacerse la prueba, les dicen: “regrese usted en ocho días por el resultado”. Si bien les va regresan en ocho días y si resultan positivas a la prueba, ahora les dicen: “le vamos a hacer el Western blot y nos vemos en 45 días, si es que hay reactivos”, nos narra la antropóloga y activista Patricia Ponce. “¿Tú crees que una persona que vive en Zongolica y que tiene que viajar varias horas hasta llegar al CAPASITS más cercano para que le realicen la prueba confirmatoria del VIH, lo va a hacer? ¡Por supuesto que no!”, nos dice incrédula la coordinadora del Grupo Multisectorial de VIH-Sida en Veracruz.

Los CAPASITS son muy heterogéneos, en algunos estados presentan muchas limitaciones en número, en personal y en recursos para ampliar la cobertura de la prueba del VIH. “Estamos a expensas de que la gente acuda a los CAPASITS”, expone el doctor Sergio Salazar Arriola, coordinador del Programa de Prevención y Control de VIH/Sida de Sonora, a quien la falta de recursos le ha impedido salir a realizar trabajo de campo. “Es sorprenderte cuando lo haces, en un solo picadero te encuentras 40 usuarios a las 10 de la mañana, es una cosa que jamás se había visto y en colonias donde no existía el uso de drogas inyectables”, expone, un tanto preocupado.

Por otro lado, el número de CAPASITS por estado no es suficiente para abarcar a todas las localidades. Un estado tan grande como Sonora, por ejemplo, solo cuenta con 3 de esas unidades especializadas situadas en las principales ciudades, lo que se ha convertido en una dificultad de distancias y desplazamientos. Es así como las personas tendrán mayor o menor acceso a las pruebas de detección del VIH en la medida de su proximidad a dichas unidades. Para la doctora Andrea González, directora del Centro para la Prevención y Atención Integral del VIH/Sida de la Ciudad de México, los esfuerzos para promover el diagnóstico del VIH deben ir más allá de los CAPASITS. “Esos centros han funcionado para atender a personas con VIH con bastante eficacia, pero no para diagnosticar. La mayor parte del diagnóstico ambulatorio, con excepción de la CMDX, lo realizan las organizaciones civiles”, sostiene. Y por lo mismo, reitera, es necesario el fortalecimiento de estos espacios sociales de diagnóstico.

 

Las organizaciones de la sociedad civil han mostrado amplias capacidades para ofrecer la detección del virus y también para la vinculación de las
personas que resultan reactivas a los servicios de salud

 

Espacios de detección
La labor que realizan las organizaciones civiles y comunitarias ha resultado siempre clave en la promoción del diagnóstico del VIH, porque se dirigen a las comunidades con las prevalencias más altas de infecciones, donde se concentra el grueso de la epidemia. Así lo entendieron los directivos del Censida, y en todo el periodo sexenal comprendido entre 2013 y 2018 financiaron un total de 760 proyectos ejecutados por organizaciones de la sociedad civil, invirtiendo un monto aproximado de 600 millones de pesos. Esta cantidad representa un promedio de cien millones de pesos anuales. De este último monto, 30 millones de pesos fueron invertidos en el fortalecimiento de 30 centros comunitarios de diagnóstico.

Las organizaciones de la sociedad civil han mostrado amplias capacidades para ofrecer la detección del virus y también para la vinculación de las personas que resultan reactivas a los servicios de salud, nos explica el Dr. René Leyva. Y él sabe de lo que habla, ya que participó en estudios donde se evaluó la capacidad operativa de las organizaciones civiles en ese campo. Las detecciones realizadas en dichos centros comunitarios aportan el 14% del total de diagnósticos de VIH en el país, sostiene el investigador.

En la Ciudad de México, se ha dado toda una movilización comunitaria hacia la detección, “lo que ha hecho que se incremente el número de diagnósticos y que incluso se haya reducido mucho el estigma hacia la prueba entre la comunidad gay”, asegura Andrea González la responsable de la política de VIH en la capital del país. Pero todas estas acciones solo conforman uno de los brazos de lo que debería ser la estrategia nacional del diagnóstico de VIH. El otro brazo estaría integrado por acciones dirigidas a ampliar la oferta del diagnóstico a todas las personas con vida sexual activa, población adolescente incluida. La prueba del VIH debería ofrecerse de manera rutinaria en todos los centros de salud sin importar la filiación de la persona usuaria, así como se hace en las campañas de vacunación, recomienda el doctor Juan Sierra, especialista en infectología. Hasta ahora, esa política sólo se ha dirigido a las mujeres embarazadas con el propósito de prevenir la transmisión perinatal del virus. Pero incluso en este campo existe un rezago para alcanzar las metas propuestas. El año pasado, solo se aplicó la prueba al 60 por ciento de las embarazadas cuando se debería de haber cubierto al 95 por ciento, informa la doctora Uribe. Por esa razón, en Censida, afirma por su parte el doctor Carlos Magis, director de Atención, “ya estamos proponiendo que todo adulto debe hacerse la prueba del VIH por lo menos una vez en su vida”.

La universalización de la prueba de detección del VIH es el camino a seguir para lograr vencer a la epidemia. Esa es la medida en la que parecen coincidir las y los expertos en la materia.

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