El hígado graso es prevenible — letraese letra ese

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El hígado graso es prevenible


Tres de cada 10 personas en México podría presentar problemas en el hígado como consecuencia de la acumulación de triglicéridos y ácidos grasos en las células hepáticas en un porcentaje mayor a 6 por ciento del peso del órgano, como consecuencia de una inflamación crónica.

De manera regular, el hígado capta los ácidos grasos libres del suelo de la sangre, de modo que sintetiza, almacena y exporta grasas y lipoproteínas de los alimentos consumidos. Cuando se generan depósitos de lípidos se ve afectado el metabolismo debido a que las sustancias no pueden ser sintetizadas correctamente.

Con la acumulación de grasa, las células hepáticas comienzan a morir y el tejido se convierte en fibroso y rígido, de modo que se generan numerosas cicatrices y nódulos que deterioran la función normal del órgano e incrementa las posibilidades de cirrosis o cáncer.

Desarrollo
El hígado graso, también llamado esteatosis hepática, se divide en dos tipos alcohólica y no alcohólica. La enfermedad por hígado graso no alcohólica es un término que se utiliza cuando se determina que este padecimiento no se genera por el consumo de alcohol; sin embargo, puede representar un problema más complejo vinculado con el síndrome metabólico.

De acuerdo con José Antonio Chávez Barrera, especialista en gastroenterología pediátrica, la acumulación simple de lípidos, puede generar inflamación del hígado y propiciar fibrosis (endurecimiento del tejido), cirrosis (cicatrices en hígado) o carcinoma (células mutadas), alterándose la función hepática.

Chávez Barrera, quien es jefe del Servicio de Gastroenterología Pediátrica del Hospital General Centro Médico Nacional del Instituto Mexicano del Seguro Social, explicó a Letra S que la mayoría de los casos de hígado graso (no causados por alcohol) se acompañan por resistencia a la insulina que se genera por cambios metabólicos cuando se presenta obesidad, hipertensión y en algunos casos la diabetes tipo 2 así como el conjunto de éstas.

El desarrollo de esta enfermedad también se relaciona con una carga genética y algunos casos pueden desarrollarse por infecciones asociadas al VIH, hepatitis C o diverticulitis, es decir, bolsitas formadas dentro del intestino delgado con crecimiento bacteriano.

Factores de riesgo
Las personas adultas jóvenes e incluso menores de edad pueden desarrollar esta condición si los hábitos alimenticios incluyen el consumo de grasas saturadas y azúcares, así como sedentarismo; sin embargo, el consumo excesivo de alcohol puede propiciar acumulación de grasa en el hígado.

Igualmente, aquellas con sobrepeso y obesidad, (con un índice de masa corporal mayor a 30), así como quienes desarrollaron resistencia a la insulina o diabetes tipo 2 tienen mayor probabilidad de presentar el padecimiento.

Otros factores pueden ser tener altos niveles de triglicéridos y/o colesterol en sangre, el consumo de fármacos de uso común como aspirina, la malnutrición, la pérdida de peso acelerada y personas que se han sometido a bypass gástrico, así como el consumo de cocaína, debido a que se propicia una ruptura de las células musculares del hígado que disminuyen la capacidad del órgano de metabolizar.

Diagnóstico y tratamiento
Las personas que desarrollan HG no presentan síntomas durante años; sin embargo, en etapas avanzadas, que es cuando la función del hígado se deteriora, pueden presentarse signos de dolor abdominal leve a moderado detrás de las costillas, así como sentir sensación de “llenura”, debilidad, cansancio, confusión y náuseas.

En menores de edad pueden presentarse un aumento en el tamaño del hígado y acantosis nigricans, (engrosamiento y oscurecimiento de la piel en cuello o axilas).

Quienes presentan hígado graso sin fibrosis o con fibrosis leve, tienen bajo riesgo de complicaciones; sin embargo, en aquellos que tienen mayor grado de fibrosis, sin importar que el hígado presente otras lesiones, tienen mayor riesgo de desarrollar alteraciones del hígado.

El tratamiento consiste en la pérdida de peso (no más de 1 kg por semana) con cambio en la dieta y el incremento de la actividad física, de modo que se genere un control en el síndrome metabólico que permita una disminución de colesterol y triglicéridos, así como hipertensión controlada. Es indispensable la estabilidad de glucosa en sangre en el caso de vivir con diabetes. En etapas avanzadas se requieren fármacos que pueden ayudar a disminuir las afectaciones, sin embargo, siempre se debe consultar a un especialista para que brinde un tratamiento individual especializado, sobre todo si se tiene alguna enfermedad colateral.

Es importante modificar el estilo de vida debido a que no existe tratamiento quirúrgico para esta condición.

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