Pareja gay pide asilo en Canadá, ante violencia homofóbica en México — letraese letra ese

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Pareja gay pide asilo en Canadá, ante violencia homofóbica en México


Como otras tardes, la del 9 de julio de 2016, Esteban y su novio hicieron su rutina de ejercicio por un prolongado tiempo y después se hicieron algunos mimos, que no pasaron de besos y abrazos. Ambos, amantes de la naturaleza y las actividades al aire libre, visitaban distintos parques y jardines en sus ratos libres. Aquella tarde estaban en el parque de los Ciervos, en Atizapán de Zaragoza, Estado de México. Cuando pensaban abordar su auto para retirarse, tres hombres se les acercaron y comenzaron a insultarlos, haciendo alusión a su orientación sexual. Les exigían que se fueran por que eran un mal ejemplo para las personas, les gritaban que hubiera sido mejor que no nacieran y comenzaron a golpearlos. Al novio de Esteban, lo tiraron al suelo y le pegaron en el estómago, pero alcanzó a huir.

A Esteban lo sujetaron entre dos y lo aventaron contra el carro, obligándolo a abrir las piernas. Cómo oponía resistencia, lo golpearon. Luego le mostraron un condón, y después comenzaron a bajarle los pantalones y su ropa interior, para después ser penetrado por uno de sus agresores. Mientras esto ocurría, le repetían que eso era lo que estaba buscando, le preguntaban que si le gustaba y lo volvieron a golpear.

Antes de irse, le advirtieron que no denunciara nada porque eran policías del municipio y si lo intentaba, lo iban a matar, además de que no les iban a hacer nada, y podría resultar peor para ellos.

Por 15 días, Esteban vivió confusión y no sabía si denunciar o no. Incluso faltó a su trabajo por varios días. Finalmente acudió a denunciar, pero se enfrentó a una serie de realidades que lo llevaron a desanimarse y deprimirse. Tuvo que regresar a Atizapán para interponer la denuncia. En el Ministerio Público, el médico legista le comentó que no tenía tiempo de atenderlo e hizo público que lo habían violado, reprochándole si no lo habían hecho sus amigos y ahora estaba arrepentido.

Mientras esperaba, se le acercó un policía ministerial, quien le dijo que cerca del parque donde ocurrieron los hechos estaba un aeropuerto que utilizaban la Policía Federal y la Armada de México, por lo que sus agresores pudieron ser integrantes de estos cuerpos. Sin embargo, el caso era difícil porque no podía identificar a sus agresores, y a quienes acusaba eran policías. Esto provocaría, según el ministerial, que en la investigación tuvieran que develar la identidad de Esteban ante los policías para poder identificarlos. Ellos lo buscarían para agredirlo, desaparecerlo o matarlo. Por eso recomendó que el caso se cerrara, que fuera discreto y no contara lo que le ocurrió, para evitarse problemas.

En medio de la confusión, Esteban y su novio comenzaron a pensar en qué sería de su futuro, pues estaban atemorizados de que los policías los buscarán y tomaran represalias en contra de ellos. Las corazonadas se convirtieron en realidad. A mediados de septiembre de 2016 comenzó a recibir mensajes en su celular en los que le decían que, por haber denunciado, “se iba a morir”. En otras ocasiones le enviaban el video de un chico arrodillado en el piso suplicando por su vida mientras un hombre le apuntaba a la cabeza y le disparaba, y después un mensaje en el que le advertían que lo mismo le podía ocurrir por abrir la boca.

De los mensajes pasaron a las llamadas; le marcaban a cualquier hora del día. Incluso, a pesar de haber cambiado de número telefónico en tres ocasiones, continuaba recibiendo mensajes y llamadas amenazantes.

Una noche, mientras estaba de visita con su madre, sonó el teléfono del domicilio. Preguntaron por él, pero su madre lo negó. La respuesta fue que sabían dónde vivía y le repitieron la dirección completa. Su madre, totalmente sorprendida, sólo escuchó que le dijeron que lo iban a matar por “ser puto” y por denunciar a la policía.

Desde ese día, decidió, junto con su pareja, ir a vivir con una amiga, pues las amenazas no se iban a detener y cada vez eran más constantes. Sólo duraron cuatro noches en casa de la amiga, Sin embargo, ni así encontraban la tranquilidad, pues temían que en cualquier momento los volvieran a localizar. En el mejor de los escenarios, las amenazas continuarían, pero en el peor, podrían ir a buscarlos.

Consideraron que su única opción era buscar refugio en otro país, y optaron por Canadá, donde, desde su llegada, se han incorporado a las actividades de la comunidad LGBTI. Su siguiente paso es obtener una respuesta positiva a la solicitud de refugio presentada hace algunos meses. No piensan regresar a México, un lugar donde no pueden ser hombres gays libres.

La figura del refugio

De acuerdo con las leyes migratorias canadienses, una persona puede solicitar refugio conforme a la Convención de refugiados, cuando “estando fuera de su país, tienen un temor bien fundado a la persecución por motivos de raza, religión, opinión política, nacionalidad, o pertenencia a un grupo social determinado” o porque tienen necesidades de protección debido a que “en caso de retorno a su país de origen o residencia corren el riesgo de tortura, riesgo para su vida o a un riesgo de tratamiento o castigo cruel e inusual”.
En el caso de personas LGBTI, el gobierno canadiense ha mostrado apertura a otorgar refugio a quienes por su orientación sexual o por su identidad de género son víctimas de persecución o de ataques violentos. Así ocurrió el año pasado, en medio de la crisis generada por la existencia de prisiones en donde se encarcelaba y torturaba a hombres gay en Chechenia.
En 1991, Canadá introdujo en su legislación a la orientación sexual e identidad de género como motivos a ser tomados en cuenta para ser considerado víctima de persecución y de violencia.

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