El Bronco tuvo que recular
Y le hicieron morder el polvo a El Bronco. El muy sentido desprecio hacia los matrimonios entre personas del mismo género exhibido por el mandatario de Nuevo León, Jaime Rodríguez, a los que calificó de “zonceras”, desencadenó tal reclamo social y político que terminó por tumbarlo de la silla de la soberbia sobre la que acostumbra cabalgar. Y una vez postrado, muy a su bronco pesar, tuvo que recular y pedir disculpas dos días después de su desaguisado.
La moral de encomendero de El Bronco, con su propensión a determinar lo que es bueno y lo que no lo es para sus gobernados, es propia de esos gobernadores, virreyes ensoberbecidos, que no entienden que sus creencias personales importan un pepino frente a los principios rectores de la Constitución y frente a las jurisprudencias de la Suprema Corte emanadas precisamente de dichos principios.
La reacción en contra de El Bronco no s{olo provino de los colectivos LGBTI, sino que también se sumaron políticos y dirigentes de oposición, del PRI y del PAN incluidos, y hasta el arzobispo de Monterrey quien le exigió respeto, lo que resulta novedoso y muy positivo. Oportunismos políticos aparte, las respuestas generadas son muestra de una sociedad madura que ya no permite estar sujeta a las ñoñerías moralistas de sus gobernantes. Ahora lo que procede es que los políticos indignados actúen en consecuencia y legislen a favor del matrimonio igualitario.